Si la ciudadanía no comprende la Ciencia no puede existir una verdadera democracia
Una verdadera democracia necesita que los ciudadanos dispongan de información veraz y de una mínima capacidad de análisis para poder ejercer de manera efectiva sus derechos políticos. Si eso no se cumple el sistema es una simple fachada vacía de contenido, en donde los ciudadanos pueden ser manipulados y engañados con facilidad y en donde por tanto, no pueden tomar ninguna decisión con conocimiento.
Leer más…Los ricos se creen más inteligentes y trabajadores que los pobres, aunque simplemente son más mezquinos y más tramposos
Una de las grandes falacias de la sociedad, repetida hasta la saciedad por los portavoces del capital, consiste en asumir que las personas adineradas lo son porque están más preparados, han trabajado más duro y son más inteligentes que el resto de los mortales.
Leer más…Políticos que aplican la Ciencia: rara avis más que perspicaces
El método científico es con toda seguridad la mejor herramienta de que dispone la Humanidad no sólo para comprender la realidad, sino también para algo mucho más importante a efectos prácticos: para tomar decisiones racionales a la par que eficientes. Por ello, los responsables del bien público deberían tener muy presente los métodos y las conclusiones científicas si quieren de verdad solucionar los problemas de la ciudadanía.
La pobreza no sólo mata en el Tercer Mundo sino también en la desarrollada Europa
Está meridianamente claro que la esperanza de vida de los habitantes de las naciones más pobres del mundo es muchísimo más baja que la de los residente del privilegiado Primer Mundo. Sin embargo lo que no es tan evidente es que en la civilizada Europa, en donde el estado del bienestar ha amortiguado en mayor o menor medida las diferencias socioeconómicas, la brecha entre ciudadanos ricos y pobres se traduzca en un mayor número de muertes prematuras entre las clases sociales más desfavorecidas.
La solicitud de revolución en una imagen
Hoy me he encontrado con esta impactante fotografía en una exposición del Instituto Cervantes. Es una estampa de Sao Paulo que enfrenta los contrastes entre la pobreza de los barrios marginales y la ostentación de los apartamentos de las clases privilegiadas. Todo ello separado por un pequeño muro. A uno le vienen palabras a la cabeza como revolución, guillotina, avariciosos, y todo porque a los del lado pudiente de la imagen no les viene a su cabeza palabras como solidaridad o humildad. ¿Hasta cuanto contendrá el muro la rabia de la desigualdad? Permanezcan atentos al futuro de nuestra especie.
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Y algunos todavía andan preguntándose por qué quemaron La Bastilla.
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