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Vender lejía como medicamento lleva a la cárcel, al menos en Florida


Cientos de feriantes de carromato venden por todo el mundo lejía diluida como una panacea universal para curar el cáncer, el SIDA, el autismo,  la COVID-19 y el resto de enfermedades conocidas y hasta las desconocidas. Y parece ser que algunos de los causantes de esta peligrosa estafa, a los que hasta ahora nadie había puesto coto, empiezan a tener que responsabilizarse de sus delitos.

En Miami, un padre y sus tres hijos han sido condenados a penas de prisión de entre 5 y 12 años y multas por vender el MMS, una solución diluida de cloro, pero todavía tóxica como cura “milagrosa” para todo tipo de enfermedades. Además la banda creó una iglesia, al estilo de otros estafadores previos, para así poder parapetarse en la sacrosanta fe para delinquir impunemente, mientras ellos se autodenominaban obispos. Los delincuentes habían conseguido estafar a cientos de incautos por valor de más de un millón de dólares ¡para que luego digan que la “medicina” alternativa no es rentable!

Y aunque estafaron a víctimas de todas las edades, quizás lo más miserable fue convencer a desesperados padres de niños autistas para que administraran lejía diluida a esos pequeños pacientes.

Estos feriantes de carromato afirmaban en sus videos publicitarios que

«Estamos tratando de crear un mundo sin enfermedades»; «Se ha demostrado que es tremendamente eficaz para curar el cáncer»; “El coronavirus es curable. ¿Tú lo crees? ¡Más te vale!»

Así que ahora solo falta esperar que la justicia española tome ejemplo y encarcele al labriego Pamiés, a la monja Forcades y al resto de sinvergüenzas que estafan y ponen en peligro la vida de los más incautos.   

P.D:

Y de regalo un video sobre como diferencia ciencia y medicina de pseudociencia y chamanismo médico.

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  1. Anónimo
    12 octubre, 2023 a las 9:40

    Efectivamente, gentuza como Pamiés debería terminar con una larga temporada en la cárcel, y si no reconoce, una vez recluso, sus mentiras y falsedades, cumplir íntegramente la sentencia, sin ningún beneficio penitenciario. Pero aquí, según tengo entendido, ni siquiera ha pagado las sanciones pecuniarias que le han impuesto. La dejadez de la administración es extrema, y eso hace que este tipo de personal se envalentone, y encima presuma de irresponsable.
    Lo que necesitamos es una ley que regule, de forma clara y muy explícita, todas las actividades relacionadas con la salud, y que permita condenas especialmente duras a toda esa gentuza.
    Eduardo Baldú

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