Premios del Primer Certamen de Relatos Cortos CyD

Y llegó el día del veredicto. Ha sido muy difícil porque nos hemos encontrado frente a ¡14! Relatos. Muchas gracias por el esfuerzo. Los participantes habéis sido (ojo, sin ninguna ordenación especial, no hay ningún orden de clasificación).

El Juicio a Einstein por Carlos Pérez.
Deriva continental por Martín Pérez Roca.
Piedras por Nanny.
El viajero del tiempo por Gotzon.
VII Congreso Internacional de Políticos Sin neuroFronteras por Hugo.
San Valentín por Rhay.
El poder del pensamiento por Franciso J. González
Los cultivos transgénicos no suponen ningún riesgo para las estructuras de las construcciones por Txema Mercado.
A la moda por Jordi Albertí.
Eppur si Mouve por Mikemarlowe
Migraciones por Daniele Sciretti.
La Muerte de un Elefante en Virgo por Hexo
Escrito adjunto al proceso por Catalina Castaño.
El viaje por Salvador Belizón.
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Vamos a premiar el esfuerzo de todos los participantes publicando en las próximas semanas TODOS los relatos. Será una entrega semanal, y seguro que enganchará a más de uno.

Y basta ya de sermones he aquí los premiados, tachán , tachán…

Primera posición: Nanny por el relato “Piedras”

Primer finalista: Hexo por “La muerte de un elefante en Virgo”

Segundo finalista: Martín Pérez por “Deriva continental”

Enhorabuena a la ganadora y los finalistas. Próximamente nos pondremos en contacto con vosotros para haceros llegar el premio (a la ganadora) y un detalle de recuerdo (a los finalistas).

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Y ahora os dejo con lo que seguro que todos esperáis, el relato ganador.

Piedras

Toc… Toc… Toc…

Deja de jugar con esas piedras, vamos de caza, le dice su padre y, sin detenerse en su camino, le lanza tal colleja que el joven tiene la impresión de que su cabeza va a salir disparada de su cuello.

Toc… Toc… Toc…

El muchacho se frota el punto en el que la mano de su padre ha impactado pero no se mueve de su lugar. Lleva días y días reuniendo decenas de piedras, las tiene de todos los tamaños y formas, y no cesa de golpearlas unas contra otras.

Toc… Toc… Toc…

Su padre vuelve sobre sus pasos y le suelta otro manotazo. ¿Es que no me has oído? El chico, sin responder, sigue golpeando piedra contra piedra. Un día, viendo fabricar puntas de pedernal, una de las piedras soltó una pequeña chispa. Esa chispa prendió unas escasas hierbas secas cercanas. Ese mismo día otra chispa prendió en su mente.

Toc… Toc… Toc…

Finalmente su padre lo deja por imposible. La caza no puede esperar y, a lo que se ve, su hijo no piensa moverse de donde está. El sonido de las piedras entrechocando le acompaña mientras se aleja.

Toc… Toc… Toc…

El muchacho no se da cuenta de nada. Para él sólo existen las piedras, sus manos y el sonido.

Toc… Toc… Toc…

Está cerca. Puede sentirlo. Dentro de poco todos dejarán de reírse de él y su padre no volverá a azotarle. Será tan respetado como el cazador más importante de la tribu. Sólo tiene que encontrar las piedras adecuadas.

Toc… Toc… Toc…

De repente, una chispa. Otro golpe. Otra chispa. Acerca hierba seca. Vuelve a golpear. La chispa salta, la hierba prende.

El muchacho grita y salta, salta y grita… todos corren hacia él.

El joven señala la hierba ardiendo, señala su dedo, señala de nuevo la hierba… es el primer humano en hacer fuego y quemarse con él.

Y su madre será la primera madre humana en amonestar a su hijo por jugar con fuego.

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• Sección: Crítica Literaria