Magufo, ¡juégatela por tu magufada!

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Los científicos cuando tienen una gran carga de evidencias a favor de su teoría apuestan fuerte por ella con el fin de demostrar que ésta es verídica. Tanto es así que se juegan su propia vida. La historia de la ciencia y la medicina está llena de ejemplos de investigadores que experimentaron sus descubrimientos para demostrar la validez de los mismos. Muchos químicos dejaron atrás su salud al purificar y descubrir nuevos compuestos químicos, de los que describían sus propiedades, entre las que se incluían ¡el olor y el sabor!. Así C.W. Scheele, descubridor del cloro, murió prematuramente por envenenamiento con mercurio. El uso de los anestésicos también está lleno de abnegados médicos o farmacéuticos que probaron en sus carnes estas sustancias. Por ejemplo C. W. Long respiró éter y comprobó su efecto soporífero y H. Davy hizo otro tanto con el óxido nitroso lo que le proporcionó una buena dosis de carcajadas, ya que es un gas hilarante. La historia de la microbiología también esta llena de casos de bacteriólogos que ingirieron cultivos de bacterias atenuadas que iban a ser usados como vacunas para probar que eran inocuos. Uno de ellos fue Jaime Ferrán que experimentó en sus carnes con Vibrio cholerae muertos por calor, con los que confeccionó una vacuna que salvó miles de vidas.

Pero para ver esta práctica no hay que remontarse a siglos pasados. Los doctores Marshall y Warren afirmaban que la bacteria Helicobacter pylori era la responsable de la úlcera de estómago, y que si ésta no era tratada con antibióticos, la úlcera se convertiría en cáncer de estómago. Los médicos de la época no aceptaron esta tesis ya que pensaba que las úlceras estomacales eran provocadas por estrés o como resultado de comidas picantes o medicamentos agresivos. Marshall y Warren ingirieron cultivos de H. pylori, lo que les provocó una gastritis y un deterioro de la mucosa estomacal, para demostrar sus tesis. Tenían razón, y por ello la comunidad científica les galardonó en el año 2005 con un premio Nóbel en Medicina.

Este comportamiento tiene una gran diferencia con la de los magufos , los cuales lanzan muchas de sus ideas revisionistas y negacionistas desde el sofá de su casa, pero sin querer apostar, porque en situaciones similares personas como Randi han demostrado que la apuesta está perdida.

Un negacionista del SIDA, ¿se haría una transfusión con sangre, de un grupo sanguíneo compatible, procedente de un paciente que posee la enfermedad? Dado que muchos de ellos aseguran que el SIDA procede de la miserable vida de las personas que la padecen, ellos con su vida tan ordenada tendrían que ser inmune. No lo recomiendo, la historia de la enfermedad muestra como muchos hemofílicos, personas que necesitan transfusiones con periodicidad, se infectaron de SIDA en una época en la que la sangre no era analizada buscando el VIH. Desde que se hace esta práctica ya no ocurre.

Un fundamentalista religioso, que reniega de la medicina y afirma que los rezos a su divinidad favorita es capaz de sanar cualquier enfermo, en caso de grave enfermedad, ¿dejaría de ir al hospital y se dedicaría a rezar? Como hay gente para todo esto ya ha ocurrido, y así una muchacha murió diabetes porque los rezos (ni la insulina) llegaron a tiempo. Muchos creyentes prefieren rezar mientras acuden al hospital más cercano, por si acaso encuentran a Dios ocupado en cosas más urgentes, me parece una medida mucho más inteligente.

Un creacionista de pro, ¿está dispuesto a olvidarse de la nueva generación de antibióticos porque la bacterias no evolucionan y por tanto con penicilina y cuatro antibióticos de hace 40 años es más que suficiente?. Tampoco es muy recomendable, desde los años 50 del siglo pasado hasta ahora el número de resistencias que han aparecido es enorme, tanta que ya existen algunas cepas de S. aureus o M. tuberculosis que son resistentes a la inmensa mayoría de antibióticos conocidos.

Los que ven llegar el fin del mundo en el año 2012, ¿han dejado de pagar su plan de pensiones, viajan más y gastan sus ahorros por aquello del carpe diem antes del final seguro, van a seguir con su vida normal hasta que el planeta haga “pum”?. ¡Jo, que aburridos!

Los practicantes del “par biomagnético”, ¿le podemos inyectar una bacteria patógena que provoque una grave enfermedad para luego curarle mediante sus imanes? Dado que éstos llevan el organismo al pH neutro sanarían, ¿no? Por si acaso tendremos los antibióticos cerca.

Los defensores de la homeopatía y detractores de la medicina alopática mercantilista y asesina, ¿se inocularían un tipo de linfoma que se conoce que remite con quimioterapia citostática y posteriormente probarían a curársela con glóbulos homeopáticos?

En resumen, busco magufos comprometidos, aquellos que al igual que han hecho los científicos a lo largo de la historia de la ciencia, sean capaces de demostrar que lo que pregonan de forman incansable lo pueden demuestrar ante el gran público con su caso personal. La comunidad científica es muy agradecida. Marshall y Warren ganaron un premio Nobel. Para ello llevaron su duro trabajo científico al límite y demostraron sus tesis. ¿Algún voluntario para demostrar las ocurrencias de sofá? El próximo Nobel os espera.

Algunas lecturas de interés acerca de científicos que probaron sus teorías en ellos mismos:

– Jürgen Thorwald. El Siglo de los cirujanos. Ed. Destino
– Valentín Matilla. Jaime Ferrán y su obra. Instituto de España
– Paul de Kruiff. Cazadores de microbios. Biblioteca cientifica Salvat.
– Jürgen Thorwald. El triunfo de la cirugía. Ed. Destino
– Isaac Asimov. Breve historia de la química. Alianza Editorial

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