Cuando el poder de la mente no es suficiente
El mundo de las pseudomedicinas está lleno a rebosar de chamanes que afirman que el «poder» de la mente todo lo puede y que las enfermedades son un invento de esos siempre perversos científicos que únicamente quieren engrosar la cuenta de resultados de las multinacionales farmacéuticas.
Y por supuesto con la ayuda de esas maravillosas «medicinas» alternativas todo se puede curar, desde un simple resfriado hasta el cáncer más agresivo. Y como todo es posible para nuestra «poderosamente» mente, no sólo una sanación completa está al alcance de nuestro deseo, sino que también podemos engañar a nuestros cuerpos y parar el envejecimiento, tal y como viene afirmando desde hace décadas el antiguo médico y exprofesor universitario Deepak Chopra, un gran gurú que ha sabido conjugar con éxito (aunque solo para su bolsillo) los conocimientos ancestrales de la «medicina» tradicional india con la más avanzada física cuántica.
Así nuestro célebre (porque no pasa casi ni un día sin que aparezca en algún medio de comunicación anglosajón) y más que millonario (por los abultados ingresos de sus centros «médicos», sus multitudinarias conferencias, sus exitosos libros y su asesoramiento «médico» a estrellas del mundo del espectáculo) «experto» lleva años difundiendo la buena nueva de que la fusión de la pseudomedicina ayurvédica con la física cuántica acabaría con todos los males y dolencias de esos sufridos cuerpos humanos que no han sido tan inteligentemente diseñados como algunos piensan.
El gran «descubrimiento» de Chopra es afirmar que el cuerpo humano no debe ser considerado como una masa sólida sujeta a la dictadura newtoniana, ya que como estamos hechos de átomos, que se rigen por las leyes de la mecánica cuántica entonces, todas las extrañas propiedades de mundo subatómico serían aplicables a la compresión de la naturaleza humana y sus dolencias. El que todos los efectos cuánticos desaparezcan en cuanto se sobrepasa el límite del átomo, como muy bien saben los físicos desde hace muchos años, no sólo no desanima a nuestro visionario sino que le reafirma en su idea de que Ciencia está equivocada y que sólo él (como buen gurú) está en posesión de la Verdad.
Multitud de experimentos en el campo han demostrado la relación (o incluso la interferencia) entre el observador y lo observado, de tal manera que como el famoso gato de Schrödinger, que mientras no se abra la caja el animal no está ni vivo ni muerto, los electrones no tienen una existencia objetiva hasta que interferimos con nuestros aparatos para analizar sus características. Y es aquí cuando con un salto mortal con doble tirabuzón, Chopra traslada la Interpretación de Copenhague a nuestra fisiología cerebral: puesto que estamos hechos de átomos, que están a merced del observador, tenemos la capacidad de cambiar nuestro cuerpo a través de actos mentales a voluntad. Es decir, si nos observamos «adecuadamente» nuestra voluntad puede alterar (o más bien crear) la realidad, una en la que esas hemorroides que nos fastidian o ese cáncer que nos carcome por dentro dejen de existir al estilo de las películas de ciencia ficción de viajes en el tiempo, en donde van apareciendo realidades alternativas a medida que los protagonistas van alterando el curso de ese mismo tiempo.
Y si además, como Einstein demostró, el tiempo fluye a diferentes velocidades a través del espacio-tiempo entonces, Chopra afirma que podemos ser capaces de ralentizarlo o incluso detenerlo como mejor nos parezca. Pero ya puestos, ¿por qué no deberíamos ser capaces de invertir la dirección de su flujo y hacernos más jóvenes? Y en este punto es donde el Dr. Chopra ha desplegado todo su «conocimiento» con mayor nivel de ignorante prepotencia, afirmando que
el envejecimiento es simplemente un comportamiento aprendido
de tal manera que
Al usar conscientemente nuestra conciencia, podemos influir en la forma en que envejecemos biológicamente… Puedes decirle a tu cuerpo que no envejezca.
Y así, en el ya lejano 1993 publico el siguiente libro
cuya reseña oficial indica que
En este long seller indiscutible, el gran maestro Deepak Chopra nos muestra que el pasado y el futuro son proyecciones mentales y que, si logramos liberarnos de ellas, podremos vivir la experiencia de un cuerpo sin edad y una mente sin tiempo. Transformaremos así nuestro cuerpo, creando las condiciones para la longevidad y preservando el equilibrio de la vida.
Aunque solo hay que echar un vistazo a una foto reciente
para certificar el estruendoso fracaso de su «tratamiento», que ni siquiera funciona en su misma persona.
Pero eso sí, a pesar de todo sigue aumentando esos ya casi estratosféricos 150 millones de dólares en los que se cuantifica su fortuna a costa de esos pobres estúpidos que creen a pié juntillas sus delirantes estupideces chamánicas.
P.D:
Y de regalo un divertido video sobre la «relatividad» del conocimiento:
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Una corrección al artículo:
«los electrones no tienen una existencia objetiva hasta que interferimos con nuestros aparatos para analizar sus características».
¿A qué te refieres con «existencia objetiva»? Evidentemente los electrones existen de forma objetiva, ya que forman orbitales alrededor del núcleo atómico. Lo que pasa que sus propiedades están indeterminadas debido al Principio de Heisenberg y no se pueden medir todas a la vez: o mides una (por ejemplo la posición) sin poder medir otra (por ejemplo la velocidad), o mides la segunda sin poder medir la primera.
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«Aunque solo hay que echar un vistazo a una foto reciente … para certificar el estruendoso fracaso de su «tratamiento», que ni siquiera funciona en su misma persona.»
Muy bueno. El mejor argumento que he oído para desmontar las terapias anti-envejecimiento.
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Otra aclaración: «el famoso gato de Schrödinger, que mientras no se abra la caja el animal no está ni vivo ni muerto…»
Eso no es del todo correcto. Lo correcto es decir que el gato está en «un estado de superposición cuántica de vivo y muerto». O dicho de otro modo, que el gato está vivo y muerto a la vez mientras no se abra la caja.
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En mi opinión, Deepak Chopra es heredero directo de la filosofía posmoderna (O al menos, se ha “enganchado al carro” como justificación de sus delirios, porque el planteamiento le es útil). Las afirmaciones de Jaques Lacan, sobre el miembro masculino, “igualándolo a la raíz cuadrada de -1”, o Luce Irigaray, asegurando que la ecuación de Einstein E=mc2 es “machista” porque pone el acento en la velocidad, son ejemplos de absurdas aberraciones, nacidas en entornos universitarios, que han servido de sustento a todos los aprovechados que las utilizan para montar sus respectivos chiringuitos en los que se forran gracias a los incautos crédulos que pagan, incluso barbaridades, por servicios totalmente inútiles.
Y no es solo eso. En el trozo del episodio de Friends, que se incluye en la entrada, se pone de manifiesto un fenómeno que se ha potenciado gracias al mencionado planteamiento filosófico: que no es necesaria formación alguna, que cualquier opinión, sobre cualquier tema, aunque carezcas de los conocimientos más elementales sobre el mismo, tiene el mismo valor que cualquier otro que se pueda hacer, aunque este último esté documentado, trabajado y elaborado por alguien experto en la materia. Esa actitud ha calado en la sociedad, y hoy podemos observarla por doquier, y especialmente en las redes sociales.
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Eureka: el enigmático poema de Edgar Allan Poe que anticipó teorías como el Big Bang y otras grandes ideas de la cosmología – BBC News Mundo
https://www.bbc.com/mundo/noticias-61298216
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