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Microepidemias insolidarias

12 abril, 2011


Todo acto tiene sus consecuencias; esa sería una forma cotidiana de enfocar la tercera ley de Newton, pero también es una manera de decir que uno ha de ser consecuente de sus actos y aprender a responsabilizarse de ellos, especialmente cuando de aquellos que no sólo afectan a su vida, sino también a los de la comunidad en la que se integran.

La manía de los colectivos que se niegan a la vacunación, especialmente de sus hijos, ya que muchos de ellos fueron vacunados en la infancia (ignoro si también se niegan a vacunar a sus mascotas), ha producido pequeños brotes que han traído de cabeza a las autoridades sanitarias de diversos países. Todos hemos conocido en los últimos meses los brotes de tos ferina en el área de San Diego o el de sarampión en Granada. A estos se une ahora un nuevo brote de tos ferina en el estado de Virginia.

El sarampión es una enfermedad vírica seria en niños, que produce fiebres muy altas, y muy grave en adultos no inmunizados. La tos ferina es otra enfermedad, en este caso bacteriana, muy grave, especialmente si no se detecta en sus primeras fases. Para ambas enfermedades existe una vacuna de elevadísima efectividad y de efectos secundarios serios infinitesimales.

Es curioso que mientras los países en vías de desarrollo están luchando contra estas enfermedades a todos los niveles, lo que incluye también intensas campañas de vacunación, en el primer mundo, el más desarrollado y también más ocioso, se desarrollan movimientos opuestos. Ya no ven como un peligro esas enfermedades pero no quieren entender que precisamente las campañas solidarias de salud pública de sus antepasados han bajado (que no eliminado) sus frecuencia. En la actualidad nos encontramos con dos fenómenos que están empezando a causar problemas de salud entre los no vacunados que puede repercutir en toda la comunidad, como son: (i) La globalización. Ninguna enfermedad es exclusiva de una región, al menos en sentido estricto, desde que existen los vuelos intercontinentales. Tanto la inmigración, los viajes de negocios como el turismo mueven millones personas, así como sus microorganismos asociados. Eso hace que una epidemia local pueda convertirse en pandemia si no se confina adecuadamente. Y las vacunas son una buena herramienta para ello; (ii) La existencia de adultos no inmunizados. Hasta hace poco la mayoría de los adultos estaban inmunizados contra enfermedades típicas de la infancia. Los supervivientes quedaban inmune a posteriores infecciones con el mismo agente etiológico. Pero ahora hay adultos que no han padecido sarampión o tos ferina, ni están vacunados contra ellas, lo que las hace vulnerables a las mismas, tanto en su país de residencia como en otras regiones del mundo donde éstas son aún endémicas. Y el sarampión en un adulto es algo más que una anécdota, sobre todo si se compara con lo que significa un simple pinchazo inmunizador.

Da pena ver que frente a campañas de la OMS, la ONU y otras agencias sanitarias que luchan por hacer desaparecer las enfermedades infecciosas de países donde causan una gran mortalidad, mediante campañas de vacunación, unos cuantos insolidarios e incívicos generan de vez en cuando brotes que ponen en serio peligro la vida de niños, de aquellos que no han tenido aún la oportunidad de decidir sobre su futuro por ellos mismos. Y eso en lugares donde la sanidad tendría que dedicar recursos a otras enfermedades y no a corregir una presunta rebeldía “new age” de nuevos ricos.

  1. 12 abril, 2011 a las 7:43

    En lo de la insolidaridad podríamos incluir los que se toman antibióticos hasta para el dolor de cabeza.

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  2. 12 abril, 2011 a las 7:54

    Pues sí Trilce, pero especialmente a los ganaderos que añaden antibióticos a los piensos con los que alimentan a los animales o los que los añaden en la cadena alimentaria para preservar la comida.

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  3. Rata de Cloaca
    12 abril, 2011 a las 8:50

    «En lo de la insolidaridad podríamos incluir los que se toman antibióticos hasta para el dolor de cabeza.»

    O los que en cuanto se empiezan a sentir un poco mejor dejan el tratamiento a medias.

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  4. Miguel
    12 abril, 2011 a las 10:12

    «O los que en cuanto se empiezan a sentir un poco mejor dejan el tratamiento a medias.»

    Dos palabras: Tuberculosis resistente.

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  5. gatameiga
    12 abril, 2011 a las 11:51

    El problema con este tema es que también es cierto que no parece razonable OBLIGAR a alguien a vacunarse porque incluso si el riesgo es mínimo, existe. Y no, no estoy en contra de las vacunas, ni mucho menos, estoy diciendo que ese tema se encuentra en una encrucijada. No puedes obligar a una persona a tomar un riesgo, por mínimo que sea, porque tu consideres que es lo correcto (Incluso con todo el aval científico), mientras ella no esté de acuerdo en ello. Del mismo modo que no obligarías a alguien a subir a un avión porque esa persona lo considere peligroso aunque se ha demostrado como el medio de transporte más seguro (O uno de ellos, no estoy segura). Pero claro, mientras subir o no a un avión afecta solo a la persona que lo decide, la decisión de vacunarse o no puede repercutir negativamente en toda la población y, como dice el artículo, desencadenar incluso una pandemia de alguna enfermedad que había sido CASI erradicada precisamente por la existencia de una población vacunada ante ella; de ese modo lo que invita a pensar por tanto es que SÍ deben ponerse los medios para vacunar a todo el mundo ante ciertos patógenos, especialmente ante tan alta seguridad en qué vacunas, ya que como integrantes de una comunidad, población, ciudad, provincia, estado o lo que quieras ampliar, tienen ciertas obligaciones respecto a esa comunidad (Del mismo modo que tienes derechos y nadie renuncia nunca a ellos, pero bien que evaden sus responsabilidades, en muchos casos), como se podría considerar por ejemplo, la de salvaguardar la sanidad pública mediante campañas de vacunación que evitarían una expansión indefinida de cierto patógeno.
    Y claro, después está el tema de los niños, como siempre.
    ¿Qué hacer con esos niños cuyos padres no quieren vacunarlos? El niño no tiene la culpa, pero se supone que es responsabilidad de los padres, no puedes llegar tu y porque tu lo vales ignorar sus decisiones paternas y hacer lo que te de la gana.
    Por otra parte, el estado se hace cargo de niños con padres irresponsables que por imposibilidad, ignorancia o dejadez no se hacen cargo como es debido de su prole. ¿Debemos considerar el hecho de no vacunarlos ante ciertas enfermedades como una falta de cuidado paternal y por tanto que el estado se haga cargo de que se cumplimente la cartilla de vacunación o por otra parte, debemos considerar que están en su derecho como padres y se debe respetar esa decisión?
    Parece una pregunta fácil, pero no creo que lo sea.

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  6. 12 abril, 2011 a las 12:01

    Es cierto Gatameiga, no se puede obligar a nadie a subir a un avión o a un helicóptero, pero si estás sobre el tejado de una casa y ha habido una inundación los equipos de rescate te suben al helicóptero sin preguntar, y los niños primero. De igual manera, en caso de epidemia un juez puede dictar una orden de vacunación para controlar el brote (se ha hecho en repetidas ocasiones). La pena es tener que llegar a esos extremos.

    Por cierto, ¿también hay oposición a vacunar a las mascotas? Ahí sí que hay obligación.

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  7. Francesc
    12 abril, 2011 a las 12:21

    Sí podría haber obligación de vacunar a los menores, ya que tanto vacunarlos como no puede presentar riesgos -mucho más NO vacunarse- el estado podría decidir que es lo mejor para ellos en este caso en lugar de sus padres -ya que los niños no pueden decidir por sí mismos.

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  8. gatameiga
    12 abril, 2011 a las 12:57

    Si estoy de acuerdo con lo que dicen los dos comentarios anteriores, pero sigue siendo una controversia a mi parecer. Una cosa es la realidad y otra como la gente se la tome.
    Mirad sino el escándalo que se armó por la ley del aborto aquí en España, que, al margen de mi opinión sobre ciertas cosas como la edad permitida para abortar ya no sin consentimiento de los padres sino sin CONOCIMIENTO, se podría considerar una ley que solo afecta al ámbito personal, a la persona en si y por tanto es su decisión y su responsabilidad, pero bien que fueron ciertos grupos a protestar por una supuesta falta de humanidad o más cosas.
    A lo que me refiero con eso no es a que iniciemos un debate sobre el aborto, sino que la realidad es que hay cosas, que por muy aprobadas por la ley que estén, causan descontento en sectores de la población que reclaman ciertos derechos alegando una serie de razones que pueden ser más o menos respetadas, por tanto, es difícil lidiar con ello.
    No estoy hablando de que lo más lógico, por supuesto, sería vacunar como mínimo a esos niños, sea o no con el consentimiento paterno. Estoy hablando de la repercusión que esas acciones tendrían.

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  9. 12 abril, 2011 a las 13:40

    @gatameiga, si que se puede obligar a alguien a asumir riesgos si los beneficios superan los riesgos. Por eso te obligan a respetar unos limites de velocidad, ponerte el cinturon de seguridad o se clora el agua. Es lo que tiene el vivir en una sociedad, que no puedes haces lo que te de la gana y en algunos aspectos tienes que ceder algo de libertad por el bien comun.

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  10. Darío
    12 abril, 2011 a las 13:43

    La única repercusión que importa es que la enfermedad esté controlada al menos, y si es posible, erradicada. ¿Qué algunos no les gusta? Ni modo.

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  11. AvA
    19 abril, 2011 a las 16:45

    Pues yo traigo malas noticias: http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/955329/vacunas/la/unica/arma/contra/sarampion.html

    Me avergüenza pertenecer al mismo género que estos negacionistas idiotas.

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  12. Vtraque
    7 junio, 2011 a las 8:02

    Discrepo en lo de que no se puede obligar a nadie a vacunarse porque, de hecho, sí que se puede. Todos sabemos que cuando visitamos ciertos países tropicales te obligan a vacunarte de paludismo o fiebre amarilla (por poner un par de ejemplos) para poder entrar. De la misma manera, se puede obligar a unos padres a vacunar a sus hijos: «Si quiere que su hijo sea atendido en la educación y en la sanidad pública, debe tener la cartilla de vacunación al día». A grandes males, grandes remedios.

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  13. 7 junio, 2011 a las 8:33

    Vtraque, la educación es un derecho constitucional, por que no se puede negar el acceso a clase aunque no esté vacunado. El niño no está enfermo, por lo que el derecho a la educación prevalence, al menos en las etapas obligatorias (de infantil hasta los 16 años). De igual forma la salud es otro derecho constitucional, porque no se puede negar atención sanitaria por no estar vacunado. A menos que haya una orden judicial al respecto sólo hay una fuerte recomendación a la vacunación. En eso se amparan los anti-vacunas.

    En cuanto a lo de viajar a otros países, ya depende de los convenios internacionales. Igual que se mueve por otro tipo de legislación la obligación de vacunar a las mascotas.

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  14. Vtraque
    7 junio, 2011 a las 9:56

    Completamente de acuerdo, pero hay que partir de una premisa que creo fundamental: si tienes derechos es porque tienes obligaciones y viceversa.
    La sanidad y la educación son derechos fundamentales, pero si renuncias a vacunar a tus hijos puedes poner en riesgo la salud de los hijos de los demás y ahí no hay libertad que valga. Francamente, no me apetece arriesgarme a que mis niños tengan polio, varicela o sarampión simplemente porque el «ecofriendly» del vecino, ese que cree que las farmacéuticas solo están para sacarnos los cuartos y controlar el mundo, no le da la gana vacuanar a sus nenes (caso de los «alternativos»-léase perroflautas- del Albaicín de Granada). Además, como bien se ha leído en este blog, los sujetos no vacunados desarrollan todos la enfermedad en caso de brotes de la misma. Eso quiere decir que, si no vacunas a tus nenes contra el sarampión y lo acaban padeciendo, su tratamiento va a generar unos gastos médicos, mayores o menores, pero que se podían haber evitado y, creo de justicia, obligar a que sean reembolsados a la sociedad por el «listo» que no quiso vacunar al niño.

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  15. Katxu
    7 junio, 2011 a las 11:15

    Yo no veo del todo mal la postura de Vtraque. Más bien, no veo del todo mal la vacunación obligatoria. Si la cosa se nos escapa de las manos se deberían tomar medidas tajantes («a grandes males…»), lo que pasa es que negando la atención sanitaria y educativa, a los niños les estamos haciendo pagar, una vez más, las irracionalidades de los padres, así que si alguien debería ser castigado, ese no es el niño. Pero desde luego, no es coherente que te multen por no ponerte el cinturón de seguridad y tengas la total libertad de campar a tus anchas con un niño en riesgo de transmitir ciertas de enfermedades porque alguien te ha llenado la cabeza de pájaros (por no decir de otra cosa ;))

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  16. Vtraque
    7 junio, 2011 a las 11:34

    Mi postura, Katxu, se basa, una vez más, en lo de los deberes y las obligaciones: Tienes el derecho (y la obligación) de escolarizar a los niños hasta los 16 o los 18 (no recuerdo) pero si quieres acceder a un centro público hay una serie de requisitos: Proximidad al centro escolar, ingresos de los padres, hay una serie de puntos por minusvalías, etc. Sería tan sencillo como incluir la vacunación como uno de los requisitos para la admisión en el centro público. Si no los cumples, pues a la privada. Con la sanidad, igual. Si usted quiere tener acceso a la sanidad pública (derecho) cumpla una serie de requisitos (obligación), siendo la vacunación uno de esos requisitos.

    Lo que no veo solidario ni de recibo es que porque un señor (o señora) no quiera vacunar a sus hijos se ponga en juego la seguridad sanitaria de la sociedad y se aumenten unos gastos sanitarios, ya bastante altos.

    Yo no soy precisamente joven (tengo casi 50 años)y en este caso soy todo lo radical que se puede ser, precisamente por haber visto en mi entorno más próximo casos de polio (mi hermano mayor) y de meningitis (mi padre) en una época en la que o no había vacunas o no estaban al alcance de todos, y no me cabe en la cabeza que haya gente que quiera arriesgarse a pasar por esos trances con tal de no vacunarse

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