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Posts Tagged ‘evolución molecular’

Evolución Molecular. Introducción (II). Engranajes funcionando.

1 julio, 2010 7 comentarios

Después de una temporada de letargo, por fin presentamos una nueva entrega de la serie «Evolución Molecular«. Con esta entrada la serie aún permanece en estado prebiótico; y por una buena razón, esta serie nace con la filosofía de no requerir conocimientos previos de biología o de bioquímica para entenderla. Por ello partimos desde lo más básico y poco a poco, iremos construyendo unas mínimas bases de biología. En la primera entrega comenzamos con lo más sencillo: vimos cuál era la naturaleza íntima de la proteína, de qué estaba compuesta y cómo esta composición influía en lo que luego sería su forma tridimensional. En esta entrada, veremos cómo funciona esa estructura tridimensional (aunque simplificaremos bastante, eso sí).

Antes de comenzar, un breve consejo. Si no has visto la entrada anterior, podría ser recomendable que lo hagas, ya que esta entrada se basa en lo que ya hemos visto.

Entonces habíamos partido de la premisa del teólogo británico William Paley. Según sus afirmaciones, publicadas medio siglo antes de que Darwin escribiera su más famosa obra, los seres vivientes son una prueba de “diseño divino”, en el sentido más literal del término. Y para ello comparó a los seres vivos con relojes: al igual que un reloj es prueba de un relojero; un ser vivo es prueba de un diseñador. Elegir este punto de partida no es casual, nos servirá para remarcar las diferencias que existen al más íntimo nivel entre un reloj y… pongamos por ejemplo, una escolopendra.

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Evolución Molecular. Introducción (I). Proteínas. Las piezas del reloj

4 May, 2010 8 comentarios

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Cuando se habla de evolución, los aficionados a la ciencia imaginamos árboles filogenéticos, o visualizamos la imagen de Charles Darwin, o recordamos al precioso Archaeopteryx. Sin ir más lejos, los abundantes fósiles transicionales son reclamo habitual en prestigiosas publicaciones como Science o Nature, son noticia en la prensa tradicional y prácticamente, son protagonista de la imagen social de la evolución. En el caso contrario, si hablamos de Evolución Molecular, lo más normal es que alguien diga… ¿Ein?

La evolución es mucho más que fósiles y Darwin. En el lado opuesto al clamor popular, en un olvidado rincón de la «cultura social», más abandonada que la Biblioteca Municipal, tenemos a la Evolución Molecular. Hablamos de la evolución de los genes y de las proteínas, de las rutas bioquímicas y de la base misma sobre la que se levanta la evolución de los seres vivos. Porque a través de las generaciones no solo cambian las poblaciones, ni los rasgos de los individuos que las componen; sino también los genes y sus productos, las proteínas. Esta diversidad y facilidad para generar nuevas formas es la misma base del potencial evolutivo de todos los organismos vivos.

Por ello en esta nueva serie, «Evolución Molecular«, no nos centraremos tanto en los organismos, sino en sus genes y proteínas. Veremos cómo pueden cambiar en el tiempo y como pueden transformarse adquiriendo nuevas funciones. Veremos el papel  que juegan los eventos de azar seguidos de la posterior selección. Y también las importantes aplicaciones que pueden derivar del estudio de la evolución para nuestra vida cotidiana.

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Huerto Evolutivo (5): El algodón no engaña

10 diciembre, 2009 19 comentarios

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Encontrábase en un escritorio de secuoya roja, sentado holgadamente sobre un sillón de piel de chinchilla, Kent Hovind contando cheques. Se sentía animado, después de todo inventariar tales láminas de pasta de celulosa era una buena manera de despejar la mente tras horas sumando billetes. Sin embargo, los diabólicos azares del destino quisieron que en un descuido se cortara el dedo índice en tal empresa, inmediatamente lo llevó a la boca y tomando su llave de oro abrió el botiquín de rodio.

Y allí halló ese satánico invento de la cruel y malvada industria farmacéutica llamado Betadine©, que empleó para evitar las infecciones debidas a los microbios, esos seres descubiertos por esa demoníaca y deleznable actividad llamada ciencia. Para llevar a cabo con bravura tal heroica hazaña, utilizó ese producto tan común en todo dispensario llamado algodón. ¡Cago en YHWH!- gritó entonces cuando aquel producto químico, aquella tintura de yodo, manchó su camisa 100% algodón recuerdo de aquel viajecito a Las Bahamas… Y con razón se quejó ¡Era de algodón del bueno! ¡Y costaba el sueldo de cinco feligreses!

Porque el algodón es muy útil y preciado. No solo por esta honrada gente, sino por todo el mundo. El algodón no parece distinguir de nacionalidades, credos o culturas. Actualmente es empleado para confeccionar todo tipo de prendas de vestir, de sus semillas se extrae un preciado aceite, es útil en la fabricación de cosméticos e incluso es una fuente de celulosa utilizada incluso para fabricar billetes. Dólares y Euros. Sin distinción. Pero el algodón también es hijo de la biología. Una pálida pelusilla de ese impío fenómeno llamado evolución.

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